“La manera en que una nación se define y se organiza así misma es vital para su desarrollo. El patrimonio histórico y cultural de una nación es el depósito de lo que define su carácter y su identidad. No se trata solamente de volver a encontrar su propia historia, sino de crear su propio carácter e identidad.”[1]
Cada instante de la existencia humana está enmarcado por todas las construcciones colectivas que a lo largo del pasado y el presente aportan al complejo desarrollo de nuestra vida social; desde las lógicas cotidianas maduran tanto las aptitudes individuales como grupales esas interacciones e intercambios sociales, median sobre las capacidades del individuo y sobre los criterios que orientan sus expresiones, referentes, identidades y su capacidad creativa.
Para este proceso se requiere de forma permanente de un despliegue de conocimientos acerca de los espacios que habitamos, donde nos reconocemos, nos referenciamos y en el cual incluimos todo aquello que nos rodea objetos domésticos, sus usos, caminos, calles, viviendas, edificaciones, monumentos, paisajes, lenguajes, músicas, juegos; es a partir del reconocimiento de estas dimensiones que construimos nuestro devenir social, espacial y cultural, es decir la nuestra historia.
En este orden de ideas pensar en nuestra existencia individual o colectiva, es hacerlo reconociendo los vínculos que se han generado con el territorio, no sólo desde la espacialidad, sino también desde ese vínculo social que nos une a los lugares donde cotidianamente habitamos y por lo tanto, la expresión de los comportamientos, actitudes e intercambios en la relación con los demás. La unidad que conformamos hoy como sociedad adquiere sentido en un marco referencial que puede englobarse en las definiciones que hoy se le han dado al patrimonio y que al mismo tiempo reconocen todo lo que tenemos siempre unido al legado que han dejado nuestros ancestros a lo largo del tiempo, como expresión de ese pasado: la riqueza viva para eternizar esas huellas en la memoria individual y colectiva.
Las lógicas que acompañan el tema de Patrimonio en los ámbitos nacional e internacional son diferentes e infortunadamente han estado mediadas por intereses políticos y económicos, este escenario no ha sido impedimento para que diferentes actores sociales, institucionales, privados y de la comunidad en general muestren un marcado interés en favor de su defensa y preservación, develando así un vínculo implícito, donde el patrimonio es lo que cada uno de nosotros individual o de forma colectiva poseemos, experimentamos, sentimos y deseamos mantener, preservar, cuidar y trasmitir a las futuras generaciones.
La apropiación social de Patrimonio puede lograrse cuando las comunidades se sienten ligadas a él, cuando se comprenden las implicaciones de su recuperación y protección, dándole un valor dentro del marco de vivencias personales y colectivas; Cuando en cierto sentido este patrimonio es objeto de nuevas re – significaciones como referente de identidad y territorio.
Protección del Patrimonio
En la actualidad se cuenta con todo un Sistema y un Programa ya instalado a nivel Nacional, apoyado por instancias municipales y departamentales, que permiten en el contexto de una protección integral del patrimonio cultural, acciones, actividades, planes y proyectos encaminados a la protección conservación, prevención, definición, y detención de posibles o reales amenazas al patrimonio, como puede ser: el tráfico ilícito, el robo, el vandalismo, la asonada o el conflicto armado.
El Sistema Nacional de Patrimonio Cultural (SNPC), comprende el conjunto de acciones orientadas a prevenir, impedir y controlar los factores que causan el deterioro de los bienes patrimoniales, además de detectar la presencia de agentes o causas de deterioro, mediante una inspección permanente de los bienes. Cada detrimento se manifiesta de una manera particular y tiene un indicador que, en la mayoría de los casos se puede detectar a simple vista.
Conservación del Patrimonio
Para conservar el Patrimonio, en primer lugar se debe conocer, luego valorar y después, preservar y salvaguardar. Existen muchos medios, escenarios y lugares en los cuales el Patrimonio es reconocido y valorado, como sucede con los museos, centros de archivo histórico, bibliotecas, centros arquitectónicos históricos entre muchos, pero la acción del tiempo, el clima, el tipo de material con el cual está hecho, los hábitos, costumbres y por acciones de los turistas, muchas veces por desconocimiento, hacen que un objeto patrimonial pueda estar en riesgo. Por eso son tan importantes las campañas colectivas, los programas locales y los inventarios que permitan que entidades públicas y privadas puedan cuidar un bien.
Es posible suponer que en el ejercicio de valorar el patrimonio, realizado por todos los actores sociales, producirá un efecto positivo hacia la recuperación o formación de los valores éticos relacionados con éste. Una dinámica positiva entre la norma y la protección generada por la misma comunidad, incidirá en la aplicación de la política pública, en el fortalecimiento de las estrategias y en la puesta en marcha de programas y proyectos encaminados al posicionamiento del patrimonio como componente esencial del desarrollo económico y social.
Como entidad buscamos tejer con la ciudadanía el sentido de pertenencia por el territorio, la identidad y la memoria, con acciones que se conviertan en semillas, para favorecer una real apropiación social del patrimonio natural y cultural del municipio de Itagüí, a una escala donde se ha posibilitado la participación ciudadana. Es importante generar espacios de dialogo y encuentro que trasformen la opinión pública y ejerzan presión política para la preservación del patrimonio local. Es indispensable tener en cuenta la participación de diferentes actores para las intervenciones en el territorio, con el fin de lograr la apropiación y mantenimiento de las iniciativas, para que sea la misma comunidad la que lidere la defensa y conservación de su patrimonio natural y cultural, y de esta manera prevenir su deterioro y destrucción.
Hemos ido encontrando los
mecanismos para facilitar estos procesos de apropiación social del patrimonio y
darle así continuidad al trabajo colaborativo, mediante estrategias pedagógicas
de difusión de la mano con la academia y la institucionalidad. La conservación del patrimonio cultural y natural, sólo
puede lograse con éxito si sabemos lo que tenemos y valoramos. Para preservar
el patrimonio cultural y natural es necesario fomentar el orgullo por la
identidad y el respeto por otras culturas. La preservación de los bienes
culturales también implica la transmisión de saberes, oficios y técnicas
tradicionales.
“Derechos Culturales de Poblaciones Autóctonas. La experiencia Sami.”
[1] Ole Henryk Magga.
En: Informe Mundial sobre la Cultura. Cultura, Creatividad y Mercados. París. Publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. UNESCO. 1998. p.83